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viernes, 9 de abril de 2010

Capítulo XIII: Un plan orquestado fuera de la ley


- ¿Por qué tenemos que quedarnos aquí? –preguntó Tais, dando vueltas por el camarote asignado a Wicca.

El médico de la nave había hecho un buen trabajo con él. Parecía como si nunca le hubieran partido el labio ni se hubiera deshecho a golpes los nudillos de ambas manos. Además, se había duchado y ahora vestía un impoluto uniforme de la Unión. Tais era civil, pero al parecer alguien en la enfermería le había dado ese uniforme creyendo que era el guardaespaldas privado de la Embajadora.

- A mí me hace tan poca gracia como a ti –dijo Wicca. – Y ya te he dicho que están negociando con la salina.
- ¿Y por qué no estás presente? ¿No eres consejero?
- No estoy presente porque mamá me ha pedido que me quede aquí contigo. Si tienes algo que objetar, se lo dices a ella.

Lo peor del asunto es que Peter estaba inquieto. No paraba de moverse dentro de su bolsillo, pero Wicca no quería que Tais lo descubriera, así que de vez en cuando se daba golpes en el pecho con la esperanza de que Peter se estuviera quieto, y Peter le daba pellizcos vengativos a través del uniforme que empezaban a ser molestos.

Veinte minutos más tarde, cuando Wicca había decidido que se metería en el baño para ver qué demonios quería Peter, aunque perdiera de vista a Tais dos minutos, la puerta del camarote se abrió. Nisary estaba en el umbral.

- Mamá. ¿Qué ha pasado? –preguntó Wicca, poniéndose en pie.

Peter se quedó quieto en el bolsillo por una vez.

Nisary no contestó. Se acercó a Tais y lo besó apasionadamente. Wicca apartó la mirada.

- Espérame fuera –le dijo luego al rubio en un susurro. - Tengo que hablar con mi hijo en privado.

Tais salió del camarote y la puerta se cerró con un siseo. Nisary pulsó el botón de bloqueo para que nadie los interrumpiera.

- Wicca, dame un abrazo –más que una petición fue una orden.

Wicca abrazó a su madre, algo confuso, y ella se le aferró como un náufrago a un pedazo de madera.

- ¿Qué pasa, mamá?
- Acuéstate en la cama, Wicca.
- ¿Qué…?
- Hazme caso. Acuéstate.

Wicca obedeció, empezando a preocuparse. Conocía el protocolo de seguridad para civiles.

- Ahora no te muevas. –Nisary sacó un arma y disparó al panel de control que había en el dosel de la cama, a unos treinta centímetros sobre la cabeza de su hijo.
- ¿Qué haces? –gritó Wicca.
- ¡No te muevas!- Su madre se dirigió después al escritorio y en la terminal de control del camarote introdujo una secuencia de números.

Un campo de fuerza parecido al que habían levantado alrededor de la salina apareció sobre Wicca. Éste era curvo y convertía la cama sobre la que Wicca yacía en una especie de ataúd de un azul difuso.
Wicca golpeó el campo con el puño pero fue como dar contra una mampara de diamante.

- He tenido que disparar a esos controles para que no puedas salir por tu cuenta –explicó Nisary. – Cada una de estas camas, con el campo activado, utiliza su propio depósito de aire. Si hubiera un ataque y el oxígeno de la Pressure se viera comprometido, cada cama tiene aire puro y particular para doce horas. El campo de fuerza, además, evitará que te afecte una posible despresurización del camarote y te mantendrá aislado de cualquier peligro que conozcamos, excepto de esa cargante salina. Pero me parece que no es peligrosa.
- ¿Me vas a dejar aquí encerrado? ¡No lo entiendo!

Nisary se arrodilló junto a la cama.

- Ahora quiero que me escuches atentamente. Y por favor, no me interrumpas. Casi no me queda tiempo. ¿Tengo tu atención? –Wicca asintió con la cabeza. – Cuando murió tu padre, recurrí a Slawghern porque sabía que tenía contactos en su planeta, ciertos individuos fuera de la ley que traficaban con tecnología temporal. Slawghern se la jugó por mí, lo que le pedía era peligroso pero me debía más de un favor, así que me puso en contacto con la gente adecuada y conseguí instalar la Unidad de Tempos y rescatar esos diez minutos de la vida de Siras que tanto nos han ayudado a ambos a mantener la cordura. Ya sé que nunca he querido entrar en la habitación hipócrita, pero tenía mis motivos. Lo que te estoy contando no es nuevo para ti, pero es importante que te recuerde esta parte para que entiendas por qué hice lo que hice y por qué debo hacer lo que estoy a punto de hacer ahora.
- Me estas asustando.
- Escucha. Es cierto que Slawghern me ayudó con la Unidad de Tempos, y se tomó muchas molestias para colocar un enlace de comunicación entre su planeta y la unidad temporal con el fin de poder avisarme si alguno de los implicados en el asunto se iba de la lengua y debíamos deshacernos de Tempos. Pero eso es todo lo que Slawghern sabía de la Unidad. No sabía cómo funciona ni quería saberlo.
- Muy bien. Slawghern solamente te puso en contacto con quién sí sabía de esas cosas. Pero, ¿qué…?
- Ahí voy. Hay alguien de quién no puedo hablarte, ya que le hice la promesa de que jamás revelaría su nombre. De todas formas no es nadie que conozcas, ni vive en ningún planeta que creo vayas a visitar. Bien. Este individuo fue quién construyó la Unidad y quien fijó el momento exacto, los diez minutos de la vida de Siras, que yo quería recuperar para ti. Fijamos sólo diez minutos porque no pude pagarle más, pero, por lo que escuché, no hay límite. Esto es importante que lo comprendas. En realidad, podíamos haber recuperado a tu padre del momento que tan bien conoces, la tarde que arreglaba en su despacho aquel muñeco que rompiste poco antes de que lo mataran, y haber compartido nuestra vida con él, Wicca, con la salvedad de que Siras jamás podría haber abandonado esa habitación, y nosotros sí. Pero por entonces esa posibilidad quedaba fuera de mi alcance. Compré esos diez minutos, cuando en realidad lo que deseaba es que Siras volviera a nuestro lado en una segunda e ilícita oportunidad a tiempo completo. Pero, al precio al que ese individuo vendía el tiempo, jamás conseguiría mi propósito. Necesitaba la tecnología necesaria para prescindir de él, para poder activar la Unidad de Tempos con las condiciones que me diera la gana y sin tener que pagar por ello. Empecé a moverme en ese sentido. Y avancé bastante. Hasta que una noche él se presentó en casa. Ese individuo no tiene inconveniente en explorar la línea temporal. Al contrario, dispone de un equipo que se dedica exclusivamente a observar los futuros probables para adelantarse a posibles… contratiempos. ¿Me sigues?
- Perfectamente.
- Bien. Se presentó en nuestra casa porque su equipo había descubierto que dentro de unos años tú conseguirás saltarte los protocolos que instaló en Tempos y crearás un nuevo espacio con una versión de tu padre y de mí misma no limitada a diez minutos. Aquella misma noche hicimos un trato. Él no se involucraría en la línea del tiempo ni echaría por tierra ni mis planes ni ese futuro probable si yo accedía a negociar para él durante el tiempo que me quedara… que me quedaba de vida. Y eso he hecho. Durante estos años he estado involucrada en negocios oscuros de los que es mejor no sepas nada. No me siento orgullosa pero tampoco me arrepiento. Ahora viene lo más importante, Wicca. Aquella noche, el alienígena con quien hice aquel trato me dijo exactamente la fecha de mi muerte, y yo programé esto. –Nisary le enseñó su reloj de pulsera. Los dígitos contaban hacia atrás. Si Wicca tenía que creer lo que estaba oyendo, a su madre le quedaban menos de nueve minutos de vida. –Me dijo que moriría dos días después de tu décimo tercer cumpleaños. Me dio el minuto exacto, aunque no las circunstancias en qué sucedería. Así que procuré que estuvieras preparado para vivir como un adulto antes de esa fecha. Ahora mismo eres el Consejero más joven y mejor preparado que haya tenido la Tierra jamás, porque así lo decidí, Wicca. Sé que he puesto demasiado peso sobre tus hombros durante estos años y que eres aún demasiado joven para comprender que posiblemente haya arruinado tu niñez, pero necesitaba que estuvieras listo para cuando yo faltara. ¿Sabes? No te voy a mentir. Durante un tiempo pensé lo que estás pensando tú ahora. Pensé que debía intentar cambiar este destino, pensé que no tenía porqué aceptar el vaticinio, que podía doblegar al destino. Pero en el transcurso de este último año he comprendido que el tiempo me arrastra inexorablemente y sin posibilidad de error hacia este momento, al momento en que debo morir. El tiempo es algo peligroso con lo que no se debe jugar, Wicca, y nosotros ya hemos jugado con él demasiado. Y aún nos queda hacerlo una última vez, aunque eso dependerá de ti. Me voy tranquila porque sé que algún día me reunirás de nuevo con Siras, y nos reiremos de todo esto juntos, como una verdadera familia. Hasta entonces, confía en Tais. Él cuidará de ti. Te quiero, hijo.

Y sin más, Nisary desactivó el bloqueo de la puerta y salió del camarote, dejando a Wicca atrapado en el campo de fuerza, perdido en un mar de dudas y sin ser del todo consciente que, de estar ella en lo cierto, era la última vez que la vería… en esta vida.



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